martes, 21 de abril de 2015

Oda a la muerte



Recuerdo aquel año en el que asistí a 2 funerales en un mes, raro que yo asista a funerales debido a que jamás forjo lazos con las personas lo suficientemente fuertes para llorar su pérdida, y esto debidamente es por esa razón, ya sean amores, amigos o parientes, no es de mi agrado sufrir.
La mayoría de las personas me han considerado un ser inhumano, sin sentimientos y cruel. Es solo una de las máscaras que todos mostramos a la sociedad, cuando en realidad soy un sentimentaloide que llora en teatros, cines, al momento de una orquesta o divaga en un velorio de algún extraño.
Esto fue justo lo que había ocurrido ese día, me encontraba acompañando a mi progenitora en una sala donde el difunto había cometido suicidio, lo habían encontrado en el baño, sangre por las paredes, y una navaja en su mano derecha, era el tío de una de las allegadas a mi madre. Yo me encontraba ahí porque no tenía nada mejor que hacer ese lunes por la noche, el comportamiento en este tipo de lugares es un poco extraño, para mí lo es, debido a que no suelo asistir a estas ceremonias luctuosas. La mayoría de los amigos del occiso se quedan entre media hora y una hora, creen que ya le han llorado suficiente y deben de seguir con sus vidas, la familia cercana se encuentra en shock debido a como se fue su tío, padre, hermano. Jamás esperarían un suicidio de una persona de 70 años,  ese fue un factor para asistir al velorio, sentía curiosidad al saber que llevo a un anciano a quitarse la vida. Al momento de llegar analice a toda su familia, desde hijos hasta sus hermanos y amigos.
Llantos de sirenas y arpías, las ninfas escondían sus lágrimas bajo su tierno rostro blanco mientras las morías servían alcohol y café, alcohol para embrutecer el alma y olvidar el amargo adiós, alcohol por nuestros difuntos, alcohol por un poco de hombría, alcohol para empaparse el alma y prenderse fuego, para terminar con las desgracias para naufragar sobre el mar, hecho de lágrimas de sirenas, de dura sal porque se han robado toda su dulzura.
La familia se abrazaba, se daban el pésame, observaban el féretro, tocaban el vidrio, como pidiéndole que despertara, que se dejara de bromas y no les hiciera amarga la semana, que volviera a la vida, mientras yo sentado pensaba en el retrato que se encontraba frente a mí, una imagen abstracta en 2 partes horizontales, la primera eran colores claros nubes blancas alcanzando una luz divina, mientras que la parte de abajo era fuego y sangre, sobre la imagen 4 palomas yuxtapuestas la primera en las tinieblas y la ultima en la luz divina, alcanzando la salvación y el perdón de Dios, alcanzando llegar al paraíso, el retrato era el cielo y el infierno, mientras lo observaba existía una enorme semejanza con la divina comedia o fausto, era una Oda a la muerte, divague sobre el asunto varios minutos hasta que empecé a recordar y a sentirme invadido por la nostalgia del lugar.
Quien no ha tenido el sentimiento de romper en llanto, de convalecerse en los sentimientos, en las penas y en las angustias, por la perdida, aunque no sea nuestra perdida, comienzas a recordar esos días los más largos del tiempo. Cuando también perdimos a alguien, desde que nos extirparon la inocencia al llevarse a abuela, aquel día en el que nos dimos cuenta que no éramos inmortales, despertando solo para vivir y sentir la pesadilla de que ya no respira más, Sabines tardo 2 años en superar la muerte de su padre el Mayor, llevo 5 años y aún me estremece la sensación lucida de tus abrazos, Nunca frente a tu muerte nos paramos a pensar en la muerte, nos echamos a andar y no paramos de andar jamás.
Y ahora en este entierro comprendo tantas cosas, a punto de partir de mi tierra, cuantos meses no desaproveche a mis amados, cuanta distancia existe entre nuestras islas, la de mi padre y la mía, meses en que naufrague para encontrar sus playas, cuando me ahogaba en un océano infinito, sentado mirando fijamente ese cuadro el cielo y el infierno, fausto, la divina comedia….Mi padre en casa ahogado en el sopor etílico como lo venía haciendo desde hace meses, ahogándose por las noches sin poder conciliar sueño alguno y yo pensando en cómo lograr hablar con él, el cielo y el infierno, fausto, la divina comedia… cada minuto más lejos de su océano y cada hora sumido en el alcohol. El cielo y el infierno, fausto, la divina comedia. Desde las 5 de la tarde viendo televisión y bebiendo, espero la voz de Hades, la de mi padre, espero que pronuncie mi nombre. Llegue a vivir una temporada con el padre de mi padre, mi abuelo el veterano de Vietnam, el loco, ambos tenían los mismos rituales, aquella temporada nunca mantuve una conversación duradera con mi abuelo, empezaba a beber vodka desde que salía el sol y veía la tele toda la tarde hasta que caía ebrio sobre el sofá y yo lo contemplaba desde el otro sofá, pensando que quizás algún día me contaría esas anécdotas que platican los abuelos sobre sus años dorados y la bella época, jamás pronuncio palabra alguna hacia mí, solo para castigarme por haber tirado su jugo caducado de 4 meses, porque el así le encantaba comer y beber cosas caducadas de meses o años, utilizaba la misma servilleta durante semanas, y lavaba los desechables, jamás recibí un abrazo de él ni cuando me fui hubo despedida, y ahora mi padre era una copia de aquel viejo de mirada huraña y ceja poblada. El cielo y el infierno, fausto, la divina comedia, han pasado 4 meses desde que tuve una conversación decente de más de 4 minutos con él viejo, ahora que me encuentro viendo ese retrato, solo pienso en poder tener mi último desayuno en estas tierras septentrionales junto a él, poder decirle que deje de matarse con alcohol, arrojar una cuerda al pozo en que se encuentra, al limbo al que cayó en sueños. Quizás, reflexione sobre eso, al ser un espectador de su caída, de observar hasta que toco fondo, por el suicidio del desconocido, sentí escalofríos al imaginar que también mi viejo se iría de esa manera, tenía que desayunar una última vez con él. Me encontraba llorando en el velorio, 3 horas habían pasado caray! Y yo solo seguía viendo el retrato, El cielo y el infierno, fausto, la divina comedia. Tenía que regresar a casa e invitarle un desayuno, nuestro último desayuno antes de salir del país, me negó la invitación, yo solo respondí como debía, no te preocupes, será en otra ocasión.   
Fue la última vez que vi a mi padre.


Te enterramos ayer.
Ayer te enterramos.
Te echamos tierra ayer.
Quedaste en la tierra ayer.
Estás rodeado de tierra
desde ayer.
Arriba y abajo y a los lados
por tus pies y por tu cabeza
está la tierra desde ayer.
Te metimos en la tierra,
te tapamos con tierra ayer.
Perteneces a la tierra
desde ayer.
Ayer te enterramos
en la tierra, ayer.


Papa por treinta o cuarenta años
Amigo de mi vida todo el tiempo
Protector de mi miedo, brazo mío
Palabra clara, corazón resuelto
Te has muerto cuando menos falta hacías
Cuando más falta me haces, padre, abuelo, hijo y hermano mío, esponja de mi sangre
Pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño
Te has muerto y me has matado un poco
Porque no estas, ya no estaremos nunca
Completos, en un sitio, de algún modo.
Algo le falta al mundo, y tú te has puesto
A empobrecerlo más


-Jaime Sabines.

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